Cuaderno Guerrero (2)

Cuando abrió la guantera se le helaron las manos y se le escapó un grito. Fuera del coche la muchachada disfrutaba del sol del inicio del puente. Iba a hacer un fin de mayo excelente. Esta vez Peugeot no iba a Toledo a ver a Mantilla. En el fondo sabía que este año Mantilla pasaba el Corpus en Bruselas y lo religioso no tenía gran sentido para él.

4 torpes y la fotógrafa: sin competencias en cambiar ruedas

La distancia entre una muerte triste y una muerte dulce son los 5 minutos que tarda un familiar en avisar a la vecina de habitación en un hotel que sepa hacer la RCP. Touran gritó porque al abrir la guantera se encontró un foulard rosa. Inmediatamente pensó que se trataba del olvido de alguna pelandusca amiga de su marido. Al minuto se disipó la sombra de la infidelitas. El foulard era de Polo Azul. Respiró aliviada y marcó el número de Mapfre. Cuando le preguntaron dónde estaba, dijo que en una entrada de la  A-43. ¿Entrada o salida? ¿Dónde acaba la pelusa y empieza la mugre en los ventiladores del Escondite?

A la media hora un chico joven bajó de la grúa. Escuchó con una media sonrisa los torpes balbuceos de los que no habían sido capaces de cambiar la rueda. Con presteza, quitó el gato de juguete, puso uno de verdad, dio dos patadas a la rueda y  atornilló la de repuesto. Esta vez era una rueda normal, nada de galletas ni bizcochos.

Una noche, los vecinos de habitación de al lado de la amiga de Touran, golpearon la pared. “Se muere, se muere”, gritaban la mujer y el hijo. Se presentó en camiseta y tanga, no tenía opción. Sabía hacer RCPs. Abrió como pudo la boca del señor y se afanó en insuflarle aire. Al cabo de un rato se dio por vencida, sabía que la frialdad que sentía no era propia de los vivos. El tipo estaba en la salida de la autovía de su vida. Menos mal que no hubo que llamar a Mapfre. Y la guantera de su coche llena de objetos huérfanos, y fríos...

Cuaderno Guerrero (1)