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sábado, 16 de junio de 2018

Viva Suecia & Rufus T. Firefly - Hoy empieza todo (audio)

Al caer el sol - Karmelo C. Iribarren

Nunca lo he visto antes,
pero conozco
a ese hombre.

(Si me acercase,
distinguiría en sus ojos
ese brillo gastado,
como sin vida,
que tanto me recuerda, por cierto,
a los oficinistas
de mi infancia).

Pronto
se llevará la cerveza a los labios,
le dará un sorbo,
y volverá a dejarla
suavemente sobre la barra.
Sin prisa. No la hay. No le hace falta.
Nada nuevo va a ocurrir
y lo sabe. Se encuentra
más allá de la esperanza,
en su perpetuo
atardecer.

Conozco a ese hombre, sí,
y me da miedo.

A veces, de madrugada,
poco antes de acostarme, me mira
desde el espejo.

KARMELO C. IRIBARREN (2009)
Atravesando la noche

domingo, 10 de junio de 2018

Canción víbora - Luis García Montero

Canción víbora
Ten paciencia conmigo. Porque a veces el mundo, la víbora del tiempo y del pasado, cabe entre dos palabras. Si la piel se hace noche, si vuelven las cenizas a los labios, cabe entre dos palabras. De verdad, yo lo sé, una estrella apagada que cruza el universo con su puñal frío. Y repta por la vida, por caminos sin nadie, por ciudades, con su puñal de olvido. A través del amor, incluso por encima de la felicidad, cabe entre dos palabras. La víbora del miedo, la víbora del miedo derrotado, mi calor y su frío. Y se queda en el pecho, anidada en la sombra, hasta el amanecer. Ten paciencia conmigo. Porque el mundo es así, y vengo herido, ten paciencia conmigo.

Luis García Montero. Completamente viernes (1998)


¡Ánimo, ya llega el día 29!


martes, 5 de junio de 2018

Hoy Lorca cumpliría 120 años

EL POETA PREGUNTA A SU AMOR
POR LA CIUDAD ENCANTADA DE CUENCA

¿Te gustó la ciudad que gota a gota
labró el agua en el centro de los pinos?
¿Viste sueños y rostros y caminos
y muros de dolor que el aire azota?

¿Viste la grieta azul de luna rota
que el Júcar moja de cristal y trinos?
¿Han besado tus dedos los espinos
que coronan de amor piedra remota?

Te acordaste de mí cuando subías
al silencio que sufre la serpiente,
prisionera de grillos y de umbrías?

¿No viste por el aire transparente
una dalia de penas y alegrías
que te mandó mi corazón caliente?


SONETO DE LA DULCE QUEJA

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío.


No me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.

Instrucciones para dar cuerda al reloj - Julio Cortázar

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.



Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.



domingo, 3 de junio de 2018