Cada día, cientos de personas pasan un trozo de vida en la A-43. Miren al pasado o al futuro, el presente se les escapa entre kilómetro y kilómetro. Lo único que queda es la música que escuchan y comparten. Sé bienvenido a participar y contarnos tu trozo de historia a través de una canción.
TIK TOK
jueves, 21 de febrero de 2019
Raquel Lanseros, Himno a la claridad
A cambio de mi vida nada acepto.
¿Qué se puede ofrecer que valga más
que el calor de la llama, que la espiga
convocada a ser grano, que la noche
que dentro ya contiene el joven día?
Escucho mis pisadas sobre el suelo.
A lo lejos, alguien también las oye.
Tañido lastimero de campanas
en su oído. Eco de brasas tiernas
en el mío, que todavía es temprano
y en el cuerpo palpita el pulso errante.
Me pongo por testigo en esta hora,
cuando la lluvia lava más que riega
y los libros liberan más que nutren.
¿A qué esperáis? Encended los caminos,
que empapen bien los ojos. Recorredlos
mientras haya una lumbre en los pulmones,
mientras un niño aguarde su ocasión
de convertirse en hombre, mientras verbos
de orígenes distantes desemboquen
en una voz unida, mientras reinen
las noches que nos prenden, abrazad
el destello arcilloso de la tierra
que es nuestro hogar común,
el verdadero.
A cambio de mi vida nada acepto,
aunque sepa -y bien que eso me duele-
que no siempre es el justo el encumbrado.
La luz es un oficio fugitivo,
impenitente en su aversión al óxido.
Aun así, yo me aferro a esta urdimbre,
a esta pila de huesos que me suman,
a este rayo en proceso, presentido
en su persecución de lo inefable.
La profecía acampa frente al cielo
con los párpados tersos y se afana
en avanzar en base a lo avanzado.
Que nada nos detenga. La llamada
del infinito debe obedecerse.
Soberana inquietud que nos animas,
enséñanos a merecer el néctar
de estos días que nos tocan. Muéstranos
un modo de luchar contra el vacío
de este dulce interludio. Que la fe
en la alegría posible no abandone
ni la razón despierta ni el recuerdo.
Sé que tengo sentido porque vivo,
y sé que no hay dolor ni menoscabo
que puedan inmolar esta fortuna
de ser en el presente, de existir,
de sentirme el orfebre del instante.
Yo soy mi propio riesgo. Doy por cierta
la sed de infinitud que me espolea.
Ante el placer de respirar me postro.
No hay verdad más profunda que la vida.
¿Qué se puede ofrecer que valga más
que el calor de la llama, que la espiga
convocada a ser grano, que la noche
que dentro ya contiene el joven día?
Escucho mis pisadas sobre el suelo.
A lo lejos, alguien también las oye.
Tañido lastimero de campanas
en su oído. Eco de brasas tiernas
en el mío, que todavía es temprano
y en el cuerpo palpita el pulso errante.
Me pongo por testigo en esta hora,
cuando la lluvia lava más que riega
y los libros liberan más que nutren.
Vlad Eftenie |
que empapen bien los ojos. Recorredlos
mientras haya una lumbre en los pulmones,
mientras un niño aguarde su ocasión
de convertirse en hombre, mientras verbos
de orígenes distantes desemboquen
en una voz unida, mientras reinen
las noches que nos prenden, abrazad
el destello arcilloso de la tierra
que es nuestro hogar común,
el verdadero.
A cambio de mi vida nada acepto,
aunque sepa -y bien que eso me duele-
que no siempre es el justo el encumbrado.
La luz es un oficio fugitivo,
impenitente en su aversión al óxido.
Aun así, yo me aferro a esta urdimbre,
a esta pila de huesos que me suman,
a este rayo en proceso, presentido
en su persecución de lo inefable.
La profecía acampa frente al cielo
con los párpados tersos y se afana
en avanzar en base a lo avanzado.
Que nada nos detenga. La llamada
del infinito debe obedecerse.
Soberana inquietud que nos animas,
enséñanos a merecer el néctar
de estos días que nos tocan. Muéstranos
un modo de luchar contra el vacío
de este dulce interludio. Que la fe
en la alegría posible no abandone
ni la razón despierta ni el recuerdo.
Sé que tengo sentido porque vivo,
y sé que no hay dolor ni menoscabo
que puedan inmolar esta fortuna
de ser en el presente, de existir,
de sentirme el orfebre del instante.
Yo soy mi propio riesgo. Doy por cierta
la sed de infinitud que me espolea.
Ante el placer de respirar me postro.
No hay verdad más profunda que la vida.
Antonio Machado, Sólo recuerdo la emoción de las cosas
sábado, 9 de febrero de 2019
Karmelo C. Iribarren, Diario de K
Salvo que puedas permitírtelo, a partir de una edad es muy importante que no se note (o no se note demasiado) que no sabes qué hacer con tu vida.
*
The Stone Roses –Turns Into Stone
1. Elephant Stone (12" version) – 4:53
2. The Hardest Thing In The World – 2:39 3. Going Down – 2:46 4. Mersey Paradise – 2:44 5. Standing Here – 5:05 6. Where Angels Play – 4:15 7. Simone – 4:24 8. Fools Gold (12" version) – 9:53 9. What the World Is Waiting For – 3:55 10. One Love (12" version) – 7:45 11. Something's Burning (12" version) – 7:50
Hace 24 años
Hace 24 años vivía en Cambridge con una beca Comenius-Erasmus y estudiaba el cuarto curso de filología. De lo que más me acuerdo era de la música que escuchábamos y de la cerveza que bebíamos. Tengo que decir que los hermanos Gallagher marcaron aquel tiempo de ebullición y descubrimiento. Por ellos y por los que disfrutamos de aquel año inigualable, café humeante y volumen a tope. ¡Ayyy!
lunes, 4 de febrero de 2019
sábado, 2 de febrero de 2019
Suscribirse a:
Entradas (Atom)